viernes, 23 de noviembre de 2012

No es Mc Donald's, son los padres


No es Mc Donald’s, son los padres.
El pasado 28 de septiembre de 2012, el diario marketingdirecto.com publico en su página web una noticia sobre Neuromarketing: “Los logos de las marcas de comida rápida se quedan grabados a fuego en el cerebro de los niños”  1

Este artículo, a simple vista no tiene nada especial, es otro estudio de una reconocida y prestigiosa universidad ideal analizando una nueva chorrada para escandalizar a las madres del mundo. Obligando a poner un plato más de brécol en la mesa. Gracias, y de paso gracias también al Doctor Torreiglesias y a su programa +Vivir, por lavarle el cerebro a mi querida madre sobre lo malo malísimo que es el colesterol. (Hoy también he comido brécol).

Pero volviendo al tema inicial, lo que encontramos en ese artículo es una estrategia de manipulación exquisita (espero que entiendan el juego de palabras), una estrategia gratuita que inconscientemente les hemos regalado a los malos malísimos proveedores de delicioso colesterol. En efecto, lo que dice este artículo es que los malos no son Mc Donald’s o Burguer King, son LOS PADRES.

Si, los padres que tanto se quejan de lo insalubre que es este tipo de comida, que cuando te quedas sólo en casa te preguntan “¿Estás comiendo bien? ¡Ay señor, seguro que estás a base de guarrerías!”. Los mismos. ¿Pero cómo ha podido ocurrir algo así?

Bien, todo comienza con un artículo, que no tiene nada especial, es otro estudio de una reconocida y prestigiosa universidad ideal analizando una nueva chorrada para escandalizar a las madres del mundo.

Y así se crea un viral de marketing, (quizá sea sin querer, quizá con buena intención, no voy a ser yo el que diga que el colesterol no mata), se han metido en la cabeza de tus padres que contagiarán el virus a los padres del vecino hasta provocar una “pandemia de marketing”,  todo el globo conoce lo malo que es el colesterol y ya nunca volverás a probar una hamburguesa.

¿Nunca? NO, porque papá y mamá son buena gente y saben que aunque es malo… te lo mereces, y que mejor manera de recompensarte que dándote una pequeña alegría probando un pedacito de pecado. 

En ese momento tu cabeza deja de identificar la hamburguesa con el malvado colesterol y lo asocia a recompensa, premio, regalo, "darte un capricho", generando un sentimiento satisfactoriamente adictivo, similar al que produce el deporte, el amor o incluso la heroína, pues todos ellos activan exactamente los mismos campos cerebrales que generan endorfinas (la hormona de la felicidad). Experimentos sobre drogadicción han utilizado ratones conectados a una máquina inyectora de heroína, cada vez que el ratón pulsaba un botón rojo, se le suministraba una dosis, el ratón no sólo reconocía el botón, sino que cada vez mostraba más ansia por conseguir la dosis.2

Y así es cómo nosotros, pobres ratones, merecedores de nuestra dosis de recompensa (la hamburguesa), reconocemos nuestro botón rojo, identificando la imagen de marca de estas empresas de comida rápida. Además, en el caso de Mc Donald ha adaptado sus logos con un tono verde para asociar su marca a medio ambiente y saludable.

Espero que esta retorcida opinión, te haga pensar y aprendas a no creer todo lo que oyes, ves o lees, empezando por mi blog.

Y dicho esto llamadme temerario, ¡yo esta noche ceno hamburguesa! 
Gracias por aguantarme, @Luuck22



2. Psicología de la motivación (UNED), Mª Teresa Sanz Aparicio; Sanz y Torres.

1 comentarios:

Miriam S. G. dijo...

Considero que es una buena crítica constructiva sobre el tema el tema que has tratado, tan de moda en la actualidad.
También me baso en la noticia sobre un equipo de investigadores de la Universidad de Missouri en Estados Unidos, que descubrió que los logotipos de las comidas rápidas se pueden grabar con mayor intensidad en algunas zonas del cerebro de los niños.
Esta región del cerebro se asocia con el placer y con el autocontrol. Esto cobró mucha más fuerza cuando los científicos observaron que el rostro de los niños e incluso su tono de voz cambiaban con gran optimismo y euforia al presenciar los logotipos de la comida rápida.
Los autores de los estudios manifestaron que los niños son muy vulnerables a ciertas acciones de marketing sobre todo las marcas de las comidas rápidas que se vinculan a la felicidad. Esta actividad cerebral desde edades tempranas les impide hacer elecciones saludables respecto a la buena alimentación cuando los menores alcanzan la adolescencia y la adultez, de modo que necesitan estar sometidos a un control más bien estricto, aunque, por otro lado, se entiende ¿no? ¿Quién puede negarse a una hamburguesa? Uno de los mayores placeres que nos ha dado el siglo XX...

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